La conversión de Saturno
Nunca como en esta pandemia habíamos vivido la experiencia del límite de las instituciones sanitarias agravadas por los problemas de hacinamiento y pobreza en los sectores más vulnerables…con los cuales convivimos, pero que no vemos. ¿O es solo un ministro que no las ve?
La pobreza y el hambre se levantan también cual “Saturno que devora a sus hijos”. La insistencia de oponer la salud a la economía – confinamiento vs recesión- nos está haciendo ver que la vida es una sola, y que o todo colabora a su bien, o cualquier imprevisto destrona nuestro mito de turno.
Todos nos contagiamos con Saturno cuando ignoramos la miseria.
¿Quién es el político en la pandemia?
La “irrelevancia de la política” ante los gritos y ritos de violencia en el estallido social de octubre había puesto una nueva provocación: que la política emerja de su anonimato no como hienas que administran los destrozos, sino como una presencia unitaria más allá de sus diferencias, cómo ímpetu irrefrenable de construir una “casa más habitable para el hombre” que tiene tantos desafíos: “Todos los meses me toca la peregrinación de las farmacias en que consumo gran parte de mi sueldo” comentaba una directora de colegio, Y ayudaba a conseguir medicamentos para otras personas.
Y hoy día cuantos gestos solidarios de fundaciones o iniciativas sociales que arman colectas de alimentos, dinero y ollas comunes que no temen “tocar la mano del necesitado” (Papa Francisco) y que se ponen sin complejos al lado de lo que realiza el Estado y las municipalidades.
¿Por qué estas iniciativas no sufren el complejo de lo microscópico? ¿Y por qué la mayoría de nuestros políticos sienten el complejo de llegar a un acuerdo social entre ellos?
Así como esa mujer es insustituible en su familia, así el político es insustituible para el Estado.
“Este turno muere , pero no se rinde”
El estallido social dejó una lección no suficientemente aprendida: que la tecnocracia no reemplaza a la política…que un ejército de solucionadores de problemas donde nadie es parte del problema corre el riesgo – cómo decía Chesterton- de “sabios” no solo “que no encuentran la respuesta, sino que ni siquiera ven el enigma”.
Así como la política se encogió ante la tecnocracia, hoy lo hace ante la burocracia, la eficiente administración de generar fórmulas simplistas – desde el hombre de la calle, alcaldes, hasta el legislador como dice Carlos Peña (Rector de la Universidad Diego Portales, Stgo. de Chile) – en cambio que seguir liderazgos que buscan reconstruir la política sin eliminar al adversario y generando nuevos equipos de trabajo: en la Posta Central de Santiago hay un letrero en la zona crítica: “este turno muere pero no se rinde”….la nobleza de la política es esta, seguir el impulso humano para que la vida afronte sus desafíos: salud, económicos, empleo. Por eso que la autoridad de turno no puede ser un pretexto para restarse!
Los “nuevos leprosos” que no vemos son aquellos contagiados por construir el lugar donde están, contagiados con el ímpetu de los enfermos que quieren sanar, contagiados con la sed del hambriento que quiere vivir dignamente. Ellos no se acomplejan por las grandes fórmulas, por los grandes acuerdos (cambiar el modelo, estatizar, fijar precios) Estos nuevos leprosos seguirán ayudando en cualquier “callejón sin salida” y apostarán a que hay alguien con el cual encontrarse y que va delante de nosotros.