Bruselas: ¿A las puertas de una nueva Europa?
«La democracia y el desarrollo, han nacido en Europa de un respeto profundo por la persona y por las formas que promueven el dialogo y la convivencia civil, y, ciertamente, también por el crisol del desencuentro de la ideología y la guerra, pero esta es la hora de la grandes hipótesis que puedan despertar el alma de Europa..»
A las puertas de Bruselas una tragedia desafía como nunca la vocación de Europa: el terrorismo jihadista irrumpe nuevamente convirtiendo a hombres en bombas vivientes para destruir a otros, a aquellos que le han tendido la mano acogiéndolos en el pasado. Es un desafío a la razón y a la caridad que ha construido Europa, es un radical desprecio a la cultura, a la democracia y al desarrollo que se les ha ofrecido en el mismo suelo que han nacido. Es una historia que se repite llena de nuevas interrogantes antes un terrorismo que se globaliza.
Hoy el contexto es aun más dramático para Europa, olas de refugiados desbordan todas las fronteras, siendo estos mismos, a menudo, las primeras víctimas de desalojo y aniquilamiento en sus territorios de origen. Por un lado, como no acogerlos y conmoverse ante una catástrofe humanitaria, y por otro, ¿qué sentido tendría seguir recibiendo prófugos algunos de los cuales se volverán destructores del lugar que los acoge?
Europa parece navegar entre las aguas del pacifismo auto culpable de haber ofrecido demasiado poco a quienes hoy atentan contra ella, o bien, sacudir el fantasma de la guerra y vengar a los caídos reforzando su inteligencia local y formando parte de una coalición que acabe con el Yijhadismo en Medio Oriente.
Es posible que Francia y ahora Bélgica después de los últimos atentados quieran promover una «guerra justa» – que nazca del consenso y del multilateralismo- y que afronte política y militarmente el problema en los territorios donde se originan los abusos de esta guerra despiadada generando masivos desplazamientos, lo que es un atentado indecible a los derechos humanos y al orden internacional, pero una solución de fuerza y de negociación con los estados en conflicto aunque deseable no bastará, dejara abierto un potencial incremento de atentados en toda Europa, especialmente donde se concentra la población posiblemente yhijadista, poniendo duramente a prueba la seguridad y la inteligencia policial ( que no puede crecer hasta transformarse en un monstruo).
Por otro lado, los grupos nacionalistas crecen y crece también la inseguridad y la impotencia de la población ante una institucionalidad nacional e internacional que pareciera no ser más adecuada a los nuevos tiempos.
El derecho a la justicia aun en la mejor de sus expresiones no alcanzará para poner fin a este conflicto. El pacifismo por su parte ha sido siempre una tregua confusa, la antesala de una peor violencia que llegara mas tarde.
Quizá si esta es la ocasión para que Europa profundice su vocación cultural y de potencia económica jugando un rol decisivo en el orden mundial en línea con la profundización de su democracia y su acogida a los pueblos migrantes. No dos discursos, uno valórico-abstracto e ineficaz dentro de sus fronteras (pacifismo) , y otro violento y «eficaz» afuera (la guerra).
Es urgente que Europa identifique la razón x la cual es buscada x muchedumbres hambrientas y desquiciados yihadistas. ¿Es posible que la riqueza Europea se esté diluyendo en una institucionalidad tan anónima como anquilosada? La democracia y el desarrollo han nacido en Europa de un respeto profundo por la persona y por las formas que promueven el dialogo y la convivencia civil, y, ciertamente, también por el crisol del desencuentro de la ideología y la guerra, pero esta es la hora de la grandes hipótesis que puedan despertar el alma de Europa, que es la cultura del encuentro a la cual no se puede «superponer divisiones y oposiciones preconcebidas».
Nunca como ahora queda tan claro que acoger sin integrar no alcanza para la paz!! Y la paz necesita siempre de nuevas armas retempladas en el vigor de las razones profundas que construyen a un pueblo, no alcanzan las instituciones y la buenas prácticas, hace falta que emerja la sabia, el deseo de plenitud de cada hombre que es el motor de cualquier verdadero cambio.
Es probable que Europa sufra el vértigo de sentirse al final de un camino, con una institucionalidad completa, en cambio otros pueblos, más violentos, pero quizá mas lucidos, perciben que están al inicio de su camino. Acompañar a otros que nos anteceden en la desgracia nos obliga a mirarnos desde lo que nos ha construido, no desde lo que nosotros hemos alcanzado. Una ocasión para verificar la tesis de Benedicto XVI, un hombre que ha visto reconstruir su país, después de la peor ideología y la guerra mas horrenda » La misericordia es la única verdadera y definitiva reacción eficaz contra el poder del mal. Solo allí donde hay misericordia termina la crueldad, termina el mal y la violencia». No han pasado tantos años en Europa desde que estas palabras se volvieron los pilares de la humanidad de tantos hombres y también de su institucionalidad, no dos discursos, uno solo!