Didier Lemaire, que enseña Filosofía desde hace 20 años en los suburbios de París, vive bajo amenazas de muerte . Su apoyo a Samuel Paty, un docente decapitado por un islamista, y la denuncia de que la ciudad donde trabaja ha quedado en manos del integrismo islámico, lo obligan a vivir bajo protección armada. Se ha visto forzado a presentar su dimisión y alejarse de su instituto por estas razones: «Por mi seguridad, por la seguridad de mis alumnos y mis colegas»
Didier Lemaire, profesor de filosofía, se ha convertido en uno de los hombres más perseguidos de Francia por hacer esta declaración: «El islamismo está ganando la batalla en el pueblo donde yo trabajo, Trappes. Y esa victoria no es un caso aislado…».
Didier Lemaire ha sido profesor de filosofía en el liceo La Plaine de Neauphle, de Trappes (Yvelines, al oeste de París, 32.000 habitantes) y se ha visto forzado a presentar su dimisión y alejarse de su instituto por estas razones: «Por mi seguridad, por la seguridad de mis alumnos y mis colegas, quizá sea razonable que deje de enseñar. Es una evidencia: los islamistas han ganado la batalla en Trappes. Y en tras ciudades francesas. Y tardará mucho tiempo, serán necesarios muchos hacer esfuerzos, antes de hacerlos retroceder, vaya usted a saber cuando».
Tras los atentados terroristas del otoño pasado, culminando con la decapitación de un profesor, Samuel Paty, Didier Lemaire decidió abordar con sus alumnos el problema de fondo: la libertad de enseñanza, la crítica de la intolerancia y el odio cultural, religioso … y descubrió, espantando, que tenía muchos alumnos simpatizantes, directa o indirectamente, de tesis islamistas.
Lemaire decidió lanzar varias alertas, ante la dirección de su instituto y ante la Academia regional de Versalles. Cuando esas advertencias llegaron a la opinión pública, Lemaire se transformó en un «enemigo público» para una parte de la Francia musulmana (de 5 a 7 millones de franceses musulmanes) y para una parte considerable del islamo-izquierdismo, la franja política de izquierda y extrema izquierda que dice «comprender» y comparte, directa o indirectamente, tesis políticas donde el islamismo prolifera desde hace años.
En 2018, alertó en un carta al presidente de Emmanuel Macron que “muchos jóvenes franceses, musulmanes o no, comparten hoy valores antidemocráticos, antirrepublicanos, e incluso se adhieren a una ideología regresiva y oscurantista». La ciudad de Trappes, apunta, es «vivero yihadista» en el corazón de la región de París». De aquí salieron 67 habitantes entre 2014 y 2016 para engrosar las filas de combatientes a Siria e Irak.
Lemaire asegura que en dos décadas vio cómo se transformaba la ciudad. «Hace 20 años todo comenzó para mí con la quema de la Sinagoga en octubre de 2000. Después de eso, no hubo más judíos en Trappes. Ahora son los ateos y los musulmanes moderados los que se van», dijo en declaraciones a Le Point.
En 2020, publicó una nueva carta en reacción a la decapitación a manos de un islamista del profesor Samuel Patty, quien había dado una clase de libertad de expresión mostrando caricaturas de Mahoma antes de ser asesinado. Lemaire denunciaba en el texto la falta de estrategia del Estado ante el recrudecimiento del islamismo.
Para el profesor de Filosofía, las actuales amenazas llegaron con la difusión de un reportaje de la televisión neerlandesa, donde explicaba la presión social del islam radical sobre la República y los jóvenes en su ciudad, la que ha brindado el mayor contingente de yihadistas de Europa al grupo Estado Islámico.
Corromper el tejido social
Didier Lemaire estima que el islamismo está corrompiendo una parte del tejido social de la periferia de algunas grandes ciudades francesas, y comenta el proceso de este modo: «En Trappes y otras ciudades hemos dejado de estar en Francia. En algunas ciudades y algunos barrios hemos dejado de vivir en nuestra República. Ni la libertad de conciencia, ni el uso del cuerpo, ni la igualdad están garantizadas. En Trappes y otras ciudades de la periferia parisina, el comportamiento de los hombres no tiene nada que ver con las costumbres francesas y el arte o las relaciones de la seducción. Si una mujer magrebí se atreve a sentarse en la mesa de un café, donde solo hay hombres, está condenada a soportar observaciones de todo tipo. En la calle, si no va vestida como los hombres piensan que debe hacerlo pueden escupirla o insultarla, si no amenazan con violarla».
Tras abandonar la enseñanza y el estallido de la crisis, Didier Lemaire está protegido día y noche por varios gendarmes y policías especializados en la seguridad de personalidades amenazadas de muerte.
El gobierno francés trabaja en la aprobación de un proyecto de Ley que deberá combatir el islamismo, desde sus más profundas raíces, religiosas, culturales, convertido en movimiento separatista en la Francia del siglo XXI. Didier Lemaire tiene algunas dudas: «La lucha contra el islamismo será larga. La Ley quizá sea un buen primer paso. Pero las raíces de la crisis son muy profundas».