Hoy vamos a contar en El Espejo la historia de fe del teniente coronel Arnaud Beltrame, que el pasado viernes se entregó como rehén en lugar de una mujer retenida por un yihadista en un supermercado en Trébes al sur de Francia. Su gesto salvó a esa mujer, y al dejar abierto su teléfono móvil facilitó la acción de sus compañeros para acabar con el atentado. Pero él ha resultado muerto.
Mientras se debatía entre la vida y la muerte en el hospital, le acompañaba el P. Jean Baptiste, monje de la abadía de Lagrasse que él frecuentaba. Le acompañaba también su esposa Marielle, con la que iba a contraer matrimonio sacramental el próximo mes de junio.
Arnaud nació en una familia poco practicante, pero vivió una auténtica conversión en torno a 2008, a los 33 años. Recibió la primera comunión y la confirmación tras dos años de catecumenado, en 2010. Tras una peregrinación a un santuario había pedido a la Virgen encontrar a la mujer de su vida, y empezó a salir con Marielle, con una fe profunda y discreta.
Se habían casado civilmente en agosto de 2016, y durante una visita a la abadía de Grasse conocieron al P. Jean Baptiste, al que pidieron que les preparase para su matrimonio religioso, que ya tenía fecha: el próximo 9 de junio. Este monje ha contado que pasaron muchas horas trabajando los fundamentos de la vida conyugal, y que acababa de bendecir su hogar el pasado diciembre. Ambos asistían habitualmente a la abadía, y participaban en un grupo de acogida denominado Nuestra Señora de Caná.
Se sentía apasionado por su trabajo en la Gendarmería, por la historia de Francia y por sus raíces cristianas, que había descubierto con su conversión. Para él, ser policía significaba proteger. Y sabía que, como dice Jesús, “no hay mayor amor que el de quien da la vida por sus amigos”. Y dice este monje, que era también su amigo, que solo una fe cristiana animada por la caridad podía pedirle el sacrificio sobrehumano de entregar su vida para salvar a otros. Cuando Jean-Baptiste llegó al hospital Arnaud estaba vivo, pero inconsciente, pudo darle la extremaunción y la bendición apostólica in articulo mortis, mientras Marielle respondía a esas bellas fórmulas litúrgicas. Murió con la medalla de la Milagrosa prendida en el hombro.
José Luis Restán