¿Cómo cambia el hombre de la pandemia, condenado a un mundo digital? Callejones sin salida y sorpresas de un nuevo desafío. La Convención 2020 de la Fundación Rusia Cristiana, en colaboración con el Centro Cultural de Milán.
El tiempo que estamos viviendo ve, en un escenario en constante cambio, la aparición de nuevos elementos que se afirman como factores determinantes para la definición y autoconciencia de la persona. El sociólogo Ulrich Beck (1944-2015), en el ensayo publicado póstumamente en 2016 bajo el título La metamorfosis del mundo, escribió:
«Internet … crea el mundo como una unidad de comunicación, y crea humanidad, por el simple hecho de que ofrece el potencial de interconectar, literalmente, a cualquiera».
Si esta afirmación pudiera parecer excesiva, el crecimiento exponencial en el uso de herramientas informáticas durante la pandemia CoViD-19 ha despejado cualquier duda sobre la «viralización» no solo de la enfermedad, sino también de la interconexión gracias a Internet. En consideración, la metamorfosis de la persona, que Beck ve convertirse en un contenedor de información interconectada, aparece aún más radical de lo que describió, llegando a tocar la naturaleza misma del yo, en las modalidades de su propia autocomprensión.
La autoconciencia ya no madura, de hecho, en el juicio sobre la consideración de la propia posición en el cosmos y en la sociedad, en el diálogo y en el intento de responder a preguntas fundamentales, sino que se reduce a la percepción irreflexiva de la propia imagen en el espacio virtual.
En el ciberespacio la palabra está cada vez más marginada, para dejar espacio a los estereotipos, la corrección política y los códigos binarios (like) que determinan una extremidad de posiciones (entre haters1 y seguidores), a estandarizaciones de emociones que eliminan el diálogo (emoticons), a representaciones grotescas cuyo único fin es despertar una reacción en el espectador (los videos en TikTok) que se convierte en la codiciada confirmación de la propia existencia, sin preocuparse por darle sentido. Hasta el trágico desenlace de entregarse a un maestro virtual, que puede llegar a determinar la vida o la muerte (piense en todo lo que se conoce bajo el nombre de deep web y dark web2 ).
Así, la trágica desproporción existente entre las capacidades tendencialmente ilimitadas de las herramientas informáticas y esa «falta de energía moral» – necesaria para regular razonablemente su uso – que Joseph Ratzinger ya en 2005 (Europa en la crisis de las culturas) denunciaba como el «peligro más grave» del momento presente. A ello se suma la posibilidad cada vez más omnipresente de que el poder dirige y manipula a los individuos sin siquiera tener que recurrir a una propaganda mínimamente argumentada, sino canalizando y dirigiendo los «flujos de datos» originados por los usuarios con la propuesta de herramientas siempre más atractivo y fuentes de gratificación (y confirmación) cada vez más inmediatas y cada vez menos reflejadas.
Sin embargo, la transición a una figura antropológica cada vez más influida por la propia imagen reflejada (una «extroflexión» narcisista que es lo contrario de esa capacidad de «salir de uno mismo para ir hacia el otro» que está en el origen de toda posibilidad de encuentro ) no es el único resultado producido por la interconexión de la especie humana a estas alturas.
Aparecen y se consolidan métodos de uso de herramientas informáticas capaces de integrar relaciones significativas y fomentar el crecimiento de la autoconciencia y la libertad de las personas, para transformarlas no en herramientas de manipulación, sino en lugares de producción y compartición de significado:
Pensemos en el papel de las redes sociales en las protestas en Hong Kong y en otros contextos, tanto totalitarios como democráticos. Pensamos en el surgimiento de redes de solidaridad interpersonal basadas en la adhesión voluntaria a un proyecto, la captación de fondos, la disponibilidad incluso hacia desconocidos, con la imprescindible mediación de la herramienta informática. Finalmente, recordamos el papel que desempeñó en Rusia, ¡pero no solo! – ha asumido el género literario del blog como herramienta de información gratuita, hasta el punto de hablar de nuevos extras del «samizdat electrónico» en el que el medio informático favorece la asunción personal de responsabilidad y la propuesta creativa de formas de vida capaces de devolver la primacía a persona, multiplicando las posibilidades relacionales y distinguiéndola de la homologación inducida por el poder o la conformidad grupal.
Los últimos meses, entonces, han mostrado una irreductibilidad de la relación con la herramienta informática, que emergió abrumadoramente en dos áreas: el deseo de proximidad social y la centralidad reiterada de la categoría del «pueblo» (según las reiteradas declaraciones del Papa Francisco) para el una vida de fe, sustentada en la emergencia por el uso de los medios de comunicación para transmitir ritos y oraciones, que sin embargo resultó claramente incapaz de reemplazar la reunión de asambleas en toda su «carnalidad» y coherencia.
Nos espera un trabajo. Es necesario contar, compartir y profundizar en su último sentido las ideas que nos han llegado de estos meses, dando voz a historias y procesos individuales en marcha tanto en Oriente como en Occidente. Es necesario resaltar los rasgos distintivos de la reafirmación de la persona incluso en la expansión de la globalización interconectada.
Es necesario reflexionar sobre la relación entre fe y el «homo interconexus», para reconocer si existen rasgos de una existencia creyente capaces de integrar y «recrear» incluso la dimensión informática y al mismo tiempo mantener la irreductibilidad de relación «real».
¿Nos dirigimos hacia una inversión de la perspectiva de Beck? ¿Y es decir, de un hombre transformado en «reservorio de información» utilizado para disminuir su libertad, a una existencia capaz de dejar brillar su inevitable conexión con el Misterio incluso en su «ser-en-la-Red»?
- Haters son aquellas personas en la red difaman o critican destructivamente a una persona.
- La dark web o internet oscura es el contenido de la World Wide Web1 que existe en darknets, redes que se superponen a la internet pública y requieren de software específico y configuraciones o autorización para acceder. Forma parte de la internet profunda, la parte de la web no indexada por los motores de búsqueda