«En su ensayo El príncipe de la locura el psiquiatra Sergio Peña y Lillo devela la naturaleza del misterioso trastorno que afectaba a Don Quijote de la Mancha»
Entrevista realizada al Dr. Sergio Peña y Lillo* el 19 de febrero de 1994.
Son centenarios los libros que dan cuenta de la riqueza literaria del Quijote de la Mancha, la inmortal novela de Miguel de Cervantes pero sobre todo la naturaleza de la locurayt de nulidad que lucha contra molinos de viento, muy poco o nada se había dicho.
«Creo que la grandeza del Quijote atemoriza» afirma el psiquiatra y profesor universitario Sergio Peña Lillo, autor del ensayo «El príncipe de la locura» (Ediciones San Pablo) que profundiza en la psicología anímica del Quijote y Sancho desde el punto de vista de la psiquiatría.
Para Peñailillo El Quijote es una obra de arte, y aún su delirio pertenece a las letras y no a la medicina. «Pero la psiquiatría tenía algo que decir respecto de las aventuras del loco más sublime, más sabio y más encantador, tanto de la literatura como la historia»
-Doctor, ¿Cuál es el cuál es su diagnóstico del Quijote?
-El Hidalgo padecía de una paranoia presenil, con delirio de caballero andante. Pero, al margen de esto poseía una inteligencia brillante y un lúcido entendimiento. Es por eso que nos asombra y nos cautiva ya que se trata de una existencia fronteriza que oscila constantemente entre lo sublime y el absurdo, entre la sabiduría y la locura.
-A su juicio, ¿el Hidalgo es algo más que un loco?
-El Quijote es un héroe del alma y encarna ese ideal eterno que intenta imponer la belleza sobre la realidad. Hoy se habla mucho de un reencantamiento del mundo, pero el Hidalgo de la Mancha inició hace cuatro siglos el reencantamiento de la vida a través del poder poético de la ilusión romántica. Si El Quijote fuera sólo loco, no sería lo que es. Por algo, como ha dicho Milan Kundera, persiste como ningún otro personaje ficticio en la memoria.
-¿Cuál es la importancia del simbolismo mítico de la obra?
-Aunque la novela comenzó siendo una sátira se convirtió finalmente en una monumental alegoría de la vida humana y de dramático encuentro de la fantasía con la realidad. A pesar de ser una novela realista, todo pareciera ser simbólico y el propio delirio del hidalgo termina transformándose en una aguda metáfora de los dudosos límites que existen entre la lucidez y la locura, y en una velada crítica de la ramplonería de la vida cotidiana.
-¿Qué simbolizan los principales personajes de la obra?
-El Quijote y Sancho son un único personaje de doble voz y representan las dos tendencias esenciales del psiquismo humano: el ensueño noble y romántico y la mezquindad práctica de la vida. Todos los seres humanos tenemos algo de cada uno de ellos. El cura, el bachiller y el barbero representan a los eternos corifeos de la razón, intentan detener el vuelo fantástico de la ilusión del hombre. Y Dulcinea es un símbolo del alma de ese tesoro escondido de todos los mitos y leyendas.
-¿Cuál es el Enigma del Quijote?
-El secreto no está ni en la sátira ni en la comicidad, sino en su poesía, en su honestidad, amor por la justicia y en su nobleza de alma realmente conmovedora. Es tal su fuerza política que terminen imponiéndonos su ensueño, y nos lleva a pensar que tal vez él tenga razón al pensar que la verdad del mundo está en su belleza, así como la verdad del hombre está en sus sueños, siempre que tenga el valor de creer en ellos.
-Están vigentes hoy los ideales que animaban al Quijote?
-Si plenamente. La tecnificación no se está asfixiando, por ello es urgente que el hombre retorne a los valores de la fantasía, de la imaginación, al sentido de la belleza humana. La novela reviste gran actualidad pues apunta al corazón mismo de la crisis de nuestra cultura. En esencia, el Quijote propone una redención de la humanidad, que yo llamaría una redención poética del hombre.
Satisfecho de haber contribuido a incentivar la lectura de la novela el profesor Peña y Lillo asegura que el ideal que encarna Don Quijote da todo su sentido a la bella paradoja de Platón, quién en «El Fedro» dice que la locura es un don de los dioses, la cordura en cambio un mero afán de los hombres.
El Dr. Sergio Peña y Lillo nació en Santiago de Chile el 8 de marzo de 1932, falleció el 20 de septiembre de 2012 a los 80 años. Profesor titular de Psiquiatría de la Universidad de Chile, Miembro de la Academia de Medicina de Chile. Fue un pensador versátil y prolífico escritor. Autor de más de 50 trabajos científicos publicados en revistas nacionales y extranjeras, dedicó sus últimos 20 años al ejercicio privado de la profesión. Es autor de numerosos ensayos y libros que transitan desde aspectos filosóficos, antropológicos o médicos hasta un testimonio de su profunda conversión espiritual.
En su obra «En el corazón de Cristo» relata su conversión del ateísmo al catolicismo.